domingo, mayo 04, 2008

Desvelada

Es de madrugada y estoy aquí sentada frente al escritorio. Una tenue luz ilumina, el frío se cuela por la ventana y este indiscreto espejo refleja mi rostro cansado. Hay un tierno silencio en mi casa y en mi alma. Sólo escucho el lejano eco de un fin de semana santiaguino y el lento trazo de mi lapicera sobre esta hoja.

No sé bien qué redactar. Quisiera escribir algo interesante, algo que te interresara, quizás eso estaría bien si buscara alagos y aplausos. Pero no estoy acostumbrada a escribir para nadie, únicamente escribo para mí, por tanto, es lo que a mí me interesa. De modo que ahora se me antoja pensar que, si al señor Nadie no le interesa lo que yo escribo, no sé qué hace aquí. Quizás el problema no sea yo, sino usted...

Pero bueno, confío aún en las personas que se interesan por el alma y por los sentimientos, pues, creo que para leerme hay que tener algo de sensibilidad, algo de dulzura y algo de paciencia. Pues, te diré que vivir, observar, sentir y pensar es mi estilo. No creo en la inspiración divina; yo creo en el trabajo y en la dedicación.

Escribo sobre mí, porque lo necesito y, cuando lo hago, suelo desconfiar de mis capacidades y cometo errores una y otra vez. Atrapo mis ideas y las traspaso a borradores, las leo y trato de ajustarlas a la realidad y, de alguna manera, descubrir qué es lo que siento.

Pongo atención tanto a las ideas principales como a las secundarias; a cada acontecimiento; a cada escenario; a cada pesonaje; acción; motivo y efecto. Pretendería se menos redundante, pero mi mano me lo exije. En definitiva, quisiera atrapar todos los detalles. Quiero algún día leerme y comprender, quiero que cada línea sea el sendero que me lleve a la orilla de este constante naufragio desvelado.

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