domingo, abril 20, 2008

Una nubelosa

Cuando pienso quién soy, cae una nubelosa sobre mí.
Esa típica actividad de hacer una lista de virtudes y defectos en la hora de orientación en el colegio me superaba. Ahora mismo pasan y pasan los años y me preguntan qué harás cuando salgas de la Universidad y se vienen millones de ideas sueltas: viajar, seguir estudiando, casarme, vivir sola, trabajar, hacerme una lipo...
Siempre he tenido la idea de que cada persona nace con un don o ciertas capacidades y, por tanto, se potencia, se desarrolla y dirige su vida según sus competencias. El zapatero, el pastelero, el barrendero, el contador, la dueña de casa, el ladrón, el mendigo. Claramente, no muchos somos capaces de entregarnos a nuestro don, quizás, por esto hay tanta gente triste en el mundo...
Un don es una cualidd que te distingue del resto. Creo que sería bueno para mi incesante insatisfacción conmigo misma saber cuáles son mis capacidades.
Quisiera convencerme que algo me identifica, que tengo algo en qué desenvolverme y, en lo posible, algo que me agrade, que me haga sentir un cajón bien hecho.
A veces, siento que soy una persona plana, un ni frío ni calor, parte constitutiva de la imagen, pero simplemente una parte, que si está o no, no marca mayor diferencia.
Mirando hacia atrás no recuerdo haber sido ni la más popular o haber tenido alguna gracia o, por último, haber tenido algún premio de la mejor en cualquier cosa... una vez en un obra de teatro actúe de árbol...
Tuve una infancia más que plana, casi inexistente pasé como desapercibida para el mundo durante mis primeros años. Más tarde, en la enseñanaza media era la niña de la risa más escandalosa (cosa que aún tengo y no me gusta). Ahora en la universidad soy para mis amigas la tipa con más mala suerte en el amor...
Creo que esta nubelosa luego la tengo que disipar, nunca me han gustado las personas con baja autoestima o con problemas de personaliadad, no quisiera que eso fuera mi don, jajaja. En fin, hay que pensarlo con calma, con tiempo. A veces uno hace muchas cosas y deja de hacer otras tantas. Al final uno hace tantas cosas rutinarias que se olvida de las cosas importantes y con el tiempo uno se cansa y se empeña en minimizar y apocar sus virtudes.

1 Comentarios:

Blogger Umar dijo...

Hola, Fabiola.

De entrada, yo percibo que eres muy buena para expresarte en lo escrito: de tus escritos emana una franqueza que llega muy bien al lector.

Respecto a las virtudes, talentos, dones, etc., creo (cacho, como dicen en tu país) que se llega un punto en que la edad impele a uno a tomar una decisión. Uno mismo siente que pasa el tiempo y debe atreverse a experimentar, a buscar sus talentos y potenciarlos una vez encontrados tras de uno que otro fracaso. Pero tomar en cuenta que se ha intentado. Tú misma lo mencionas en este texto, la tristeza viene cuando uno no se entrega y mucho menos si no se ha encontrado ese algo, ese don.

Por el momento creo que estos escritos te hacen salir del común. No cualquiera tiene el valor y la capacidad de sincerarse tanto y de manifestarlo del modo tan lindo en que tú lo haces. Cito aquí mismo tus palabras:

"Cuando admiramos la genialidad del otro, la capacidad, la inteligencia, la belleza, su don, su arte debemos compartir con aquel genio un mundo, una realidad, valores, principios, humanidad. El verdadero genio, podríamos decir termina su misión en nuestra percepción, pues su satisfacción también está en entregar un arte que para el resto sea captable, que se reconozca su talento y que, claramente, nos maraville".

Fabiola: efectivamente tus textos maravillan. Esa sensibilidad tuya sin duda atraerá a muchos a las puertas de tu Gran Teatro.

Abrazos al país hermano.

abril 23, 2008 4:24 a. m.  

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