Me pierdo
Mi cuerpo y mi voz están en esta sala, pero mis pensamientos se fugan por la ventana.
La vocesilla de un sabio árbol se mete por mi oído y cala frío. Me retumba por dentro su eco y se me caen las palabras, como hojas de otoño, que terminan sin valor en un papel.
Un papel que se me desintegra en cada punto y aparte ante mis ojos adormecidos.
Mis ideas se ahogan en esta sala. Me pierdo y una Revolución mexicana interrumpe una línea adormecida. Mi cuerpo decide salir y voy tras él...
Salgo y un escalofrío de las deseperadas desesperanzas deambula asechándome, compro un café y enciendo un cigarro.
Cada vez me gusta menos la cafeína y la nicotina. Lo que antes tenía significado para mí, lo que antes representaba alguna satisfacción, ahora se convierte en bana rutina, en voces vacías.
Murmuro esa poesía que me fascina.
Entre el vapor y el humo, huyo caminando de nube en nube, buscándote, buscándome. Llueve y camino lento, nadie me apura. No uso paraguas para que las lágrimas inevitables sean imperceptibles.
Mi cuerpo y mi voz están ahí o allá, pero, la verdad, estoy lejos, lejos donde mis ideas se reviven en suspiros.
La vocesilla de un sabio árbol se mete por mi oído y cala frío. Me retumba por dentro su eco y se me caen las palabras, como hojas de otoño, que terminan sin valor en un papel.
Un papel que se me desintegra en cada punto y aparte ante mis ojos adormecidos.
Mis ideas se ahogan en esta sala. Me pierdo y una Revolución mexicana interrumpe una línea adormecida. Mi cuerpo decide salir y voy tras él...
Salgo y un escalofrío de las deseperadas desesperanzas deambula asechándome, compro un café y enciendo un cigarro.
Cada vez me gusta menos la cafeína y la nicotina. Lo que antes tenía significado para mí, lo que antes representaba alguna satisfacción, ahora se convierte en bana rutina, en voces vacías.
Murmuro esa poesía que me fascina.
Entre el vapor y el humo, huyo caminando de nube en nube, buscándote, buscándome. Llueve y camino lento, nadie me apura. No uso paraguas para que las lágrimas inevitables sean imperceptibles.
Mi cuerpo y mi voz están ahí o allá, pero, la verdad, estoy lejos, lejos donde mis ideas se reviven en suspiros.
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