lunes, junio 16, 2008

Lucidez

Tengo ganas de contarte cómo es mi vida sin tu vida. Como han cambiado las cosas, como me arrepiento de tantas decisiones, empezando por esa noche en que te subí a mi auto y a mi vida, como cuando me dejaste en esa esquina con un papel entre las manos diciéndome que nunca te dejara.

Pues, te confienso, nunca lo he hecho, si tú hubieras vuelto, yo hubiera ido a abrazarte y hacer borrón y cuenta nueva, porque nunca dejé aquella esquina, siempre estuve esperándo, siempre esperando que volvieras. Me quedé como tonta mirándo como te pedías y en unos buenos día te he encontrado por allí caminado en la playa, en el centro, en el metro...

Te moldearía tu cara de nada con una sonrisa y una mirada perdida y te metería cuatro ideas de tantos años para que desaparecieras.

Sin embargo, no tienes idea de nada. No sabes cómo he dado vueltas en mi eje para marearme en tu imagen. No tienes idea las veces que me he embriagado pensado en ti. No tienes idea de cuanto te espera el rinconcito solitario de mi corazón. No sabes los inviernos que he pasado, los besos sin ganas que he dado, las carisias que he imaginado para ti.

No sabes, no tienes idea, de cuánta falta me haces.

Ahora que mi camino se torna un tanto difuso, arranco de ti para nuevamente tirar de las campañillas y despertar.

Porque yo sin ti despiérto cada día y recuerdo que después de tanto tiempo aún estoy aquí y, quizás, un día, alguien tome tu lugar y eso me llenaría mis días de luz y mi alma de regocijo.

A veces pensé que podría y, de verdad, me lo propuse, pero tus zapatos me quedaron grandes. No sé qué tenías, pero lo tenías todo para mí.

Quizás, alguna vez en tu ojos vi un poco de verdad que ahora me tiene ciega. Pues, lo confieso, no he tenido juicio, no he tenido juicio; tú te llevaste mi lucidez

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