martes, junio 03, 2008

Hoy, para mí:

Se me hizo eterno llegar a casa. A veces las distancias son eternas cuando estás triste. Peor aún cuando te das cuenta que en el último tiempo todas las vueltas a casa han sido tristes. Sin embargo, hoy es distinto. No fue tan sólo pena, era una combinación de decepción, melancolía y, extrañamanete, con optimismo.

Las lagrimitas caían y caían, fueron mil... quizás más. Los pensamientos iban y venían. Lo triste era que me iba sola, sola sufriendo por algo que no fue y yo deseaba tremendamente. Lo bueno es que mi cuerpo reaccionó a mis pensamientos y se dirigía sin mirar a atrás. En el fondo sabía que debía llorar para cerrar la herida.

Es bueno dejar de mirar atrás, tengo que ensayar más eso sí.

Ya estoy aquí, en mi casita con olor a limpio, escribiendo en mi amado blog, tengo un café y tengo tiempo. Mi tiempo, todo mi tiempo para mí y comenzaré a disponerlo para aquellos y aquello que me plazcan.

Ahora que, digamos de alguna manera, volveré a empezar, se me antoja un poco disfrutar aquello que siempre me privó el rencor, la frustración y la pena eterna: encantarme con el desenamoramiento.

Porque es un proceso un poco doloroso, pero bello. Una nueva oportunidad, un nuevo re-nacer del alma, un re-crear un camino nuevo y un re-creo para disfrutar de las buenas nuevas.

La vida pareciera dar tan pocas oportunidades, pero es uno que se empecina en conquistar la vida de un vez. Aunque es bueno dar la batalla por la conquista, es algo... mmmm es un momento de triunfo: salir a luchar aunque todo esté en contra ¿bonito no?

En fin, hay que vivir la vida así, intentar todo lo que esté al alcance y lo que no se alcanza dejarlo ir, pues no era no más para mí ni yo para él. El mundo sigue, todos siguen, mi vida sigue.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal