Días felices
Un día mi papá entró a mi cuarto, yo dormía. Abrió las cortinas rosadas y entre el visillo la luz encandilante de un día después de la tormenta se filtraba, dejó la bandeja del desayuno en la mesita de noche, me besó la frente y me acomodó la almohada.
Un tanto dormida le di las gracias y estiré los brazos. Él me quedó mirando y me dijo su recurrente broma de que el día está feo mofándose por mi rostro y mi pelo enmarañado. Me acercó la bandeja y se fue.
Él es el hombre que me ha dado más momentos felices en mi vida que veces que me ha dicho te amo o te quiero, pero definitivamente más cuentan los hechos que las palabras para ti y yo lo acepto y lo agradeceré siempre.
Papi, yo te amo.
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