jueves, junio 26, 2008

Lago Budi

Tengo tantas ganas de escribir todo un día, no sé me siento llena de ideas y me encantaría dedicarles más tiempo. Pero el tiempo se me acaba, porque las responsabilidades me mantendrán desde ahora más atada a la rutina y a la presión. Sé que no seré la primera ni la última... Me faltará tiempo, el tiempo me agobiará y le pediré al día que tenga más horas, en fin...
Así es cuando comprendes que de amor no se vive, sino de dinero.




Sin embargo, me alivia pensar que un día cuando me retire de esta ciudad, cuando esté más cerca de mis anhelos, cuando vea por la ventana de mi hogar este lago. Sentiré que todo esto que he vivido lo volvería a vivir para disfrutar aquella felicidad y tranquilidad que encontraré al mirar la pradera, ver el humo de las casas con chimeneas, los niños caminando a la escuela, las madres haciendo pan y los hombres en la mar buscando el sustento.

Y yo dedicaré mi vida a esas familias, a los niños les contaré que son afortunados de vivir allí, que su tierra es hermosa, rica y desconocida, que la deben valorar y defender como lo han hecho sus antepasados.

Aprenderé aquel idioma que me acercará más a la naturaleza, de donde vengo, estaré allí donde debo estar, donde el viento dice mi nombre en ráfagas que azotan las casitas de madera y resuena el choque del mar con el Lago Budi.

Quizás, ahora no tendré tanto tiempo, pero un día estaré allí y el tiempo será infinito, me bañaré en esas aguas, caminaré por los cerros y mis hijos respirarán ese aire limpio y tranquilo.

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