viernes, enero 16, 2009

La noche

Fatigada de mis mil quehaceres inventados llego al mismo lugar... y entre el cansancio y el descanso está la fina línea de silencio que permite la meditación de un tiempo pasado que se revive en el presente y de un futuro que se construye en las fantasías que oculta la noche.

Y caígo en la cuenta que ya mi alma no está al rojo vivo.

Hubo días en que el pecho insistía en ahogarse en el humo de la leña, pero ya los suspiros, que se escapaban en llamaradas rabiosas, hoy dejan correr el polvo de la cenizas de las ilusiones mentirosas del ayer.

Tranquila dejo que el viento tibio, suave y lento, entre por mi ventana y penetre mis sueños, por fin, duermo.