miércoles, junio 27, 2007

La pataleta

Si fuera una niña pequeña, me pondría a llorar a gritos, tirada en el suelo para que mi mamá viniera y me abrazara...
Creo que a esta hora están todos viendo el partido de Chile con... con no sé quién, y yo estoy aquí sentada frente a la pantalla pensado en qué puedo escribir. Debería estar estudiando... pero al diablo. No quiero más lingüística ni latín ni filosofía ni currículum... Debería estar haciendo reposo, porque tengo un virus terrible. Debería estar llamándote para pedirte disculpas. Pero no quiero nada.

Antes, en mi etapa de dramatismo nostálgico, recordaba y me atormentaba con causas perdidas. En realidad, con una causa perdida. Sonará un poco masoquista, pero me gustaba. Pensaba, pensaba mucho, aprovechaba cada instante para pensar, pensar y pensar, pensar en ella y en mí. Mientras caminaba pensaba en encontrarla. Pensaba en lo que me había equivocado, en lo que ella me dañó, en lo felices que podríamos haber sido juntas, en cuánto la amé. Ahora, ya abandoné mis sentimientos en el olvido y en los recuerdos. Ordené las causas y vi las consecuencias. En fin, simplemente pasó el tiempo. Ya no la amo, ya no la odio... sólo la recuerdo.

Después de pasar una etapa, digamos, melancólica, de mucha frustración y de profunda desilución, era inevitable que todo cambiara. No puedo sentir aquel delirio ilusorio, no puedo entregarme totalmente, no puedo aceptar ni comprender sin condiciones ni promesas, no puedo sentir como antes, no puede maravillarme todo, no puedo... y no sabes cómo me duele.
Es dificil aceptarme así, si a mí me cuesta, me imagino cómo es para otra persona. Pero ¿acaso es muy dificil comprender que ya no puedo...?


lunes, junio 18, 2007

Hay que ser burra...

Hay que ser muy burra para equivocarse otra vez... Algunos dicen que ahí está la magia de la vida, al bolsillo me meto la condenada magia.

sábado, junio 09, 2007

El azar

No elegiste el país donde naciste ni a tu familia, pues, claro, además de lo que uno puede planear, también está el azar de la vida.
En las diferentes etapas de nuestros caminos cometemos errores, algunos solucionables otros imperdonables. Muchos en la adolescencia no tuvimos conciencia de esto y, en ello, radican los principales conflictos de la vida familiar.

A raíz de tus errores, en algunas familias serás juzgado para siempre por tales o cuales comportamientos, y, quizás, otra familia prefiera el olvido de aquellas sombras oscuras en su impecable familia... y, a lo mejor, habrá una que otra familia que comprenda las causas de la situación.

Pero uno no puede afanarse en culpar al destino o a la suerte, porque cada uno es responsable de sus errores.

A veces siento que soy juzgada por lo que fui más que por lo que soy. Yo cometí un error: traté de que me comprendieran más de lo que podían. Yo hice cosas que me hicieron muy feliz y también muy desdichada, cosas buenas cosas malas, pero no las considero errores. Si lo fueran, me arrepentiría de haberlas hecho y no es así. Sólo quise ser honesta conmigo misma.

Yo culpé al azar, culpe a mis padres, exigí que me comprendieran, los culpaba porque no me comprendían.

Como dice el Rey que visita el Principito: "Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar". “Si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía”.



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viernes, junio 01, 2007

Planes importantes

Ya lo decía yo desde hace mucho, creo que desde la primera vez que escribí aquí, las cosas que planeas nunca salen como te hubieran gustado. Los planes no sirven.
Claro, quizás uno puede planear en pequeñito, algo que involucre cosas concretas, pero yo no hablo de esos planes de gente grande, que organiza hasta la ropa que se va a poner en la semana.
No, pues, yo hablo de esos planes que involucran sentimientos, que involucran ilusiones: planes importantes.
Esos son los complicados, cada etapa de un plan involucra decisiones, muchas veces decisiones involuntarias, que juegan con el logro o el fracaso del mismo.
Cuando te propones un plan (conciente o inconcientemente) algunos lo hacen con valentía otros con miedo. Luego, cuando casi lo tienes, crees tener un tesoro en tus manos o te diste cuenta que no era tan bueno el plan (esa es la primera oportunidad donde puedes desistir sin salir mayormente afectado). Si te empeñas, puedes llegar a sentir cierto grado de felicidad al creer que lo estás logrando. Sin embargo, es inevitable que después de una plenitud (si es que la alcanzaste) comience a sufrir modificaciones (segunda oportunidad para desistir) y ya poquito a poquito ya no es el plan inicial y es un plan totalmente distinto. Finalmente, cuando ya medio desilucionado empiezas con esa actitud conformista y tratas de ser positivo, entonces te empiezas a escuchar diciendo (si es que tienes alguien que te escuche) o pensando (porque te quedaste solo, olvidado o preferiste ocultarte y que nadie sepa de tu fracaso): "podría haber sido, pero no no más", "no importa, de esto se aprende", "!nunca más!", "si no fue ésta será la otra", "me quedaron lindos recuerdos"...
Ahí si tienes suerte, dejas el plan; si no tienes suerte e insistes en el plan (testarudo como yo), no pasa mucho tiempo, hasta que llega algo-alguien que te hace chocar con la muralla. Te enfrentas con la realidad de tu fracaso y ya no hay vuelta atrás. Pero como hay algunos (como yo -defensora de las causas perdidas-) vuelve a insistir, y no digo que sea una generalidad, pero suele suceder que ya no resulte...

Y ahí sientes como un pellizco cerquita del corazón.