sábado, septiembre 29, 2007

El resto

A mí sí me importa lo que piensa el resto.

El resto tiene la imagen que proyecto, y eso es muy importante, dependiendo de cómo te ve el resto podemos ver las verdaderas consecuencias de nuestras acciones, de ahí que analizando, contrastando y meditando, podemos ver cómo nos perciben, cuánto nos equivocamos o cuánto no nos comprenden.

Es valorable saber la opinión del resto, siempre y cuando sea el momento y con las personas adecuadas. El valor de la opinión del resto radica, por un lado, que podemos ver el resultado de nuestras acciones; tenemos la posibilidad de mejorar, de reconocer errores y de cuestionar convicciones; podemos saber quienes te conocen de verdad, quienes merecen tu aprecio, quienes buscan ayudarte a través de las palabras, quien te quiere, te valora y te respeta; por otro lado, podemos saber cuán diferente piensas con el de al lado e incluso con el resto de las personas; reafirmas tus convicciones y buscas cómo defender tus ideas, tu forma de ser y tu forma de actuar; te das cuenta de cómo las personas pueden hablar tonteras sin tener idea de quién eres y porqué las cosas son así, te desilusionas de cuán fácil es para algunos hacer juicios y prejuicios a raíz de lo que simplemente ve o de lo que creen conocer, te hiere y te molesta la intolerancia y la mínima comprensión, te das cuenta cómo las palabras se transforman en piedras.

En fin, aunque puede ser difícil, es mejor escuchar y tratar de ser crítico y autocrítico, quizás es una de las formas de ser mejores personas, crecer y comprender lo que nos rodea y eso me gusta.

martes, septiembre 11, 2007

Ser o estar

Aunque cada día que te tenga al frente, dude de mis convicciones y recuerde el sabor amargo de nuestros recuerdos, siempre, siempre que te tengo al frente necesito exhalar todo lo más profundo de mí.
Es extraña la convivencia entre nosotros, no sé cómo hicimos un pacto de confidencialidad ni cuánto tiempo podremos aguantarnos. Sin embargo, supongo y espero que todo lo malo ya haya pasado. Y cómo te dije hoy, me conformo para sentirme feliz pensando que todo lo "malo" no tiene equivalencia con todo lo "bueno" y, a modo de resignación, me alegro con lo vivido y aprendido, digamos que es la única manera de obligarme a vivir una etapa de estabilidad.

Por cuanto tiempo resista, me niego a más melancolías y nostalgias, me detengo y me sobrepongo a la misma tentación de caer en las lágrimas nocturnas, cambié el papel mural de mi vida y lo pinté de colores frescos y vivos para salir a caminar en un atardecer naranjo.

Cada mañana abro mi día y me elevo desdoblándome para mirarme a mí misma y reírme de mis sueños terrenales y de mi vida cotidiana, me burlo de la simpleza con la que vivo, con la que respiro y con la que me río, me veo en toda mi inferioridad y me siento insatisfecha de vivir como vivo. Pero también cada día me levanto decidida a vivir y me prometo un mejor día.

Las personas que me quieren y que me han escuchado saben, de verdad, que lo único que busco, que lo único que trato ser es una buena persona y, con ello, estar bien conmigo y con los demás. Busco dar una sonrisa o, en el mejor de los casos, sacar una sonrisa; decir lo justo y lo necesario; arreglar lo que me parece imperfecto; escuchar si me quieren hablar; comprender lo que parece incomprensible o inaceptable; contradecir lo argumentable; preocuparme por los que quiero; preocuparme por mí. En todo esto busco satisfacerme con mi vidita simplona y olvidarme de lo incoformista que soy, olvidarme de esa pena que tú sabes que llevo conmigo.

Allí está mi receta mágica: tan lejana y tan absorta de este mundo me muero en cada pensamiento buscando SER feliz, y también tan cercana y tan simple vivo buscando ESTAR feliz.