lunes, octubre 27, 2008

Entre los libros

Desde hace algún tiempo abro libros leídos, cuadernos de hojas amarillas y encuentro tu mensajes, tus poemas y las flores que alguna vez me obsequiaste. Se han convertido en huella de lo que fuimos y ahora se han convertido en dulces momentos de ternura.

Y suelo preguntarme por qué, cómo, cuándo dejé de amarte, porque a ti sí te amé con aquel amor eterno que alguna vez agotamos, porque... porque eramos unos niños. La respuesta dejó de venir con rencor, hoy es con alegría nostálgica, con unos deseos de volver a vivir un momento como el que nos vimos por primera vez y un segundo se extendió. Así como dice este papelito que encontré entre los libros:

Hoy
Cuando tu pupila
me recibió,
te recibí en la mía,
pero no fuimos tiempo,
hoy somos.

Y así fuimos. Fuimos uno, tanto desee permanecer así, estáticos, inseparables, tanto quise mantenerte a mi lado que no toleré tu inevitable tendencia a la soledad. Celosa de ella que te llevaba lejos, no comprendí que allí estaba tu destino, yo no fui capaz de ir tras tuyo, no tuve el valor de dejarlo todo por ti, y sólo me dediqué a culpar tu lejanía, tu abandono...

Nuestros caminos se separaron y tú me odias y yo ya no, sólo te recuerdo, como sólo y sola lo necesito. Mi muchacho de los ojos tristes, fuiste por mucho tiempo mi culpa, mi herida constante, mi obtáculo, perdí mucho tiempo, perdí momentos maravillosos por la amargura, pero, principalmente, te perdí a ti. !Maldita necedad de quedarme y tú de irte!

Perdí al único que ha escuchado mis penas sin tenerme lástima, sin enojarse por mi tristeza, sin recriminaciones por mis temores ni mi pasado, el único que me amó aún cuando yo dejé de hacerlo, el único que leería esto y me comprendería. Mi primer tierno amor, mi amigo y mi compañero durante los mejores años de mi vida.

Tú estás ahora entre mis libros solamente.

domingo, octubre 26, 2008

La soltería

Siento que actualmente se alaba y se enaltece al amor, aunque no sea verdadero y todos lo sepan, pero siempre es bien visto estar en pareja, pues soltero, vales menos que una pepa de sandía.

Y, entonces, ante todo queremos estar en pareja, porque de vez en cuando es triste pasar por un parque solo, caminar por la calle solo, dormir solo, ¡ver películas solo! Y algo horrible es cuando los amigos emperejados te buscan algún amigo del amigo para llevarte al carrete, como si una fuera una papelera de reciclaje donde pudiera llegar cualquier cosa, o no falta el amigo que empieza la conquista y te busca para salir a bailar, te busca para salir al cine y te busca para simplemente entregarte una flor y eso es tremendamente frustrante porque una se siente "inválida del amor", discapacitada para siempre, los amigos por muy galanes que traten de ser nunca nos van a gustar. Si no te gusta desde un principio, no se pude forzar después.

Otra cosa que incomoda a los solteros es conocer a esa pareja que ha estado desde siempre juntos y que se ve envidiablemente feliz, incluso, estéticamente llega a ser pefecta, el uno para el otro, prácticamente no son una pareja, son un individuo, porque solos no tiene identidad, porque es la magia del amor, es el pegamento invisible y la goma que borra la identidad.

El proceso de la soltería incluye tolerar constantemente la pregunta indiscreta y uno tiende a contestar con imparcialidad, ni triste ni feliz, ni amargado ni dulce para que no haya más preguntas al respecto. Porque sabemos que nos enredaremos en un principio diciendo por ejemplo: "No, estoy soltera... sípo, hace un tiempo ya, pero mejor, era un #&$€~#@&!... " Entonces, ahí una toca el suelo y luego se da cuenta que no vale la pena y con el tiempo el rencor se apaga y la dignidad vuelve a aprender a expresarse y dice: "Estoy sola, pero estoy mejor, las cosas pasan por algo y lo que fue ya pasó".

No todo pasa en vano... efectivamente, así es. Las palabras y las promesas añejas que pueden ser tan pasajeras y frágiles como el tiempo, el dolor, la sensación de incapacidad del amor, se va cuando hay, o por último se inventa, el amor propio... producto de unas cuantas caídas la experiencia se transforma en un piso donde al caminar en ella se anda más seguro y se aprovechan las nuevas oportunidades de la vida.

miércoles, octubre 22, 2008

Tres tópicos helénicos en mi vida

Todo es ilusorio

Quiero teñirme el pelo, tener un vestido verde de lunares blancos, sacarme los putos zapatos y comer pan con queso, jamón y matequilla envuelto en una servilleta. Quiero estar frente a un lago, meter los pies, mirar un volcán y sacarme una foto. Quiero no tener que pensar en el tiempo, en los problemas ni en nadie.

Todo fluye

Quiero marcharme al campo, caminar descalza, comer si tengo hambre y dejar mi pelo suelto al viento. Quiero que llueva y tener frío y que algún día salga el sol tibio que saca el vapor entre los labios. Quiero respirar el aire puro, para refrescar mi vida y fumar mis cigarros para no olvidar que sólo es un paseo. Quiero ver cómo corre el río para aprender a escapar también.

Todo vuelve

Tarde o temprano hay que retornar y enfrentar esta ruleta diaria que me tiene mareada por mirar lo que ya vi ayer, detestar lo que detestaré siempre, cumplir con lo prometido y esperar que alguna ilusión se haga real.

Como diría una teoría cortaciana a mi alusión borguiana: y así progresivamente vuelven a ser lo que no son.

martes, octubre 07, 2008

Francis Cabrel
















La quiero a morir


Y yo que hasta ayer
sólo fui un holgazán,
y hoy soy el guardián
de sus sueños de amor
La quiero a morir.


Podéis destrozar
todo aquello que veis,
porque ella de un soplo
lo vuelve a crear
Como si nada.
Como si nada.
La quiero a morir.


Ella para las horas
de cada reloj
y me ayuda a pintar
transparente el dolor,
con su sonrisa.


Y levanta una torre
desde el cielo hasta aquí.
Y me cose unas alas
y me ayuda a subir
a toda prisa,
a toda prisa
la quiero a morir.


Conoce bien cada guerra
cada herida, cada ser;
conoce bien cada guerra
de la vida y del amor también.


Me dibuja un paisaje
y me lo hace vivir
en un bosque de lápiz
se apodera de mí.
La quiero a morir.


Y me atrapa en un lazo
que no aprieta jamás
como un hilo de seda
que no puedo soltar.
No quiero soltar.
No quiero soltar.
La quiero a morir.


Cuando trepo a sus ojos
me enfrento al mar.
Dos espejos de agua
encerrado en cristal.
La quiero a morir.


Sólo puedo sentarme,
sólo puedo charlar,
sólo puedo enredarme,
sólo puedo aceptar
ser sólo suyo,
ser sólo suyo.
La quiero a morir.


Conoce bien cada guerra
cada herida, cada ser;
conoce bien cada guerra
de la vida y del amor también.


Y yo que hasta ayer
sólo fui un holgazán,
y hoy soy el guardián
de sus sueños de amor
La quiero a morir.


Podéis destrozar
todo aquello que veis,
porque ella de un soplo
lo vuelve a crear
Como si nada.
Como si nada.
La quiero a morir.